Qué hacer para que los niños lean

5 cosas que puedes hacer si quieres que tu hijo lea.
O el día que me encontré a un padre con muy buenas intenciones pero muy mala estrategia …
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Hace unos meses coincidí con un padre que esperaba pacientemente con sus hijos, un niño y una niña que debían estar en los primeros cursos de primaria, a que abrieran la librería de segunda mano.

Por fin llegó Carolina, abrió la puerta y nos fuimos todos —el padre y sus niños, mi hijo Bruno y yo— directos al fondo, a la zona infantil. Le pedí a Bruno que se sentara en una esquinita y que fuera ojeando los libros que le parecieran. Mientras tanto, yo me paseaba por la librería buscando material para Tipi Readers y escuchaba al padre dirigir a sus hijos:

«Este año ya no tocan libros llenos de dibujos, ¿eh? Hijo, que ya vas a tercero, ahora quiero libros con mucho texto. A ver, ¿cuál has cogido? Ah, muy bien, hijo, éste es muy gordo.»

«Hija, vamos a ver, ¿es que sólo te gusta el libro porque tiene un perro en la portada? Solo te gustan los libros con perros en la portada, yo es que de verdad no te entiendo, pero bueno.»

«A ver, venga, ¿qué estás mirando, futbolísimos? Ya llevas ahí un montón, no cojas más.»

«¿Por qué no coges este de aventuras, hijo? ¿No quieres? Tú te lo pierdes.»

Todas estas observaciones las hacía con un tono enfadado y acelerado, y estuve a punto de intervenir en varias ocasiones. Quería decirle a este padre con tan buenas intenciones que lo admiraba por haber hecho lo más importante —llevar a sus hijos a la librería—, pero que por favor no lo estropeara todo atosigándolos, que les iba a quitar las ganas de leer. Pero no acabé de atreverme.

Tengo que confesar que no pude evitar verme reflejada, y se me pasaron por la cabeza un montón de situaciones muy parecidas en las que terminamos estresando a nuestros hijos con la mejor voluntad del mundo y conseguimos exactamente lo contrario de lo que estamos buscando: elige esta película, elige este amigo, elige deporte, esta comida, este estado de ánimo… 

Cuando llegué a casa seguía dándole vueltas a lo que acababa de ver en la librería. Tenía claro que lo que había presenciado era un ejemplo perfecto de lo que no debemos hacer si queremos que nuestros hijos lean, pero ¿qué es lo que sí podemos hacer para que lean? ¿Qué podría decirle a este padre si me lo volviera a encontrar? Así es como llegué a estos cinco consejos para ayudarnos a fomentar la lectura en nuestros hijos y despertar en ellos las ganas de leer:

5 cosas que puedes hacer si quieres que tu hijo lea

  1. Llévale a la librería / biblioteca
    Busca una librería que tengas a mano —quizás cerca del colegio o de casa— y encuentra tu biblioteca más cercana. No te olvides de las librerías de segunda mano que han florecido en los últimos años y que son estupendas para rebuscar y encontrar joyas inesperadas a precios increíbles. 

    Una vez que tengas localizadas las que más te convienen, visítalas con tus hijos de forma regular, intenta que forme parte natural de vuestro día a día. La idea es que ir a la librería o a la biblioteca sea como ir al parque o a dar un paseo: algo que hacemos porque nos divierte, no por obligación. De este modo les transmitimos que los libros son importantes para nosotros, haciendo tiempo para ellos en nuestra agenda familiar sin que parezca algo forzado. 

    Haz de las visitas a la biblioteca o la librería una experiencia familiar agradable. Que asocien estas visitas a un momento de placer. 

    Os dejamos algunas de nuestras librerías preferidas en Barcelona:

    Re-Read – Librería de segunda mano con franquicias por toda España. Solamente en Barcelona hay quince librerías; en Madrid ya van por seis.

    A peu de pàgina – Librería de barrio donde os encontrareis con Gemma, siempre dispuesta a ayudaros con sus recomendaciones. 

    Llibreria Finestres – Una librería nueva con mucho encanto.

    Casa Anita – Todo un referente como librería especializada en álbumes ilustrados.

    Casa del Libro – La cadena de librerías más antigua de España.

    Troa – Especializada en literatura infantil y juvenil. 

  2. Dale tiempo para ojear tranquilamente

    Cuando entras en una biblioteca o librería, hazlo con tiempo para que los niños puedan explorar a sus anchas. Las prisas son contraproducentes. Los niños necesitan tiempo y un ambiente de calma que les invite a explorar sin presiones. Allí pueden dar rienda suelta a su curiosidad: anímales a fijarse en las portadas, las ilustraciones, los nombres de autores, ilustradores…

    También pueden explorar libros de otras secciones. Por ejemplo, mi hijo pequeño siempre me pregunta dónde está la sección de libros de cocina. Le encanta sentarse a ojear las fotos de platos con pinta suculenta y elegir los que le gustaría cocinar.

    Es una ocasión perfecta para que descubran que tras las páginas de un libro se esconden posibilidades infinitas de todos los temas habidos y por haber. Sólo tienen que ir descubriendo cuáles son los temas que les interesan a ellos en ese momento y en qué tipo de libros los van a encontrar.

  3. Deja que elija sus propios libros y apoya sus elecciones

    Respeta sus elecciones a no ser que elijan contenidos que te parezcan inapropiados para su edad o su desarrollo y aprovecha para conectar con tus hijos. Sí, a veces este consejo resulta difícil de seguir… pero si le gustan los libros con animales en la portada, quiere leerse toda la colección de futbolísimos o escoge libros ilustrados a pesar de que ya te parece demasiado mayor para ellos, déjale que siga sus intereses. En lugar de frenarlo, aprovecha para que te cuente el porqué de su elección.

    La lectura por placer es la que hacemos de manera voluntaria, anticipando la satisfacción que obtendremos de esta experiencia. Para que esto pueda suceder y el niño elija leer, necesita tener una motivación intrínseca, que puede estar relacionada con múltiples razones: 

    A lo mejor está loco por los perros y le atrae cualquier libro con este animal en la portada (todos los niños pasan por fases, y es importante que puedan satisfacer su curiosidad), o resulta que toda la clase está leyendo futbolísimos y es de lo que se habla en el patio y quiere leerse los libros para poder comentar con sus amigos en el recreo y no sentirse excluido… Quizá le atrae un libro con poco texto y mucha ilustración, ¡no se lo prohibamos! Que un libro tenga más texto no lo hace mejor. Hay álbumes ilustrados maravillosos con textos breves y poéticos aptos para todas las edades. ¡Y no nos olvidemos de los cómics!

  4. Aconseja sin imponer

    A todos los padres nos hace ilusión que nuestros hijos lean ciertos libros. Quizás son lecturas que disfrutamos en nuestra infancia, o que nos llaman la atención a nosotros. En lugar de imponerlos, podemos ofrecerlos como sugerencia; si aún así no conseguimos que se interesen, aquí hay una idea: compra el libro igualmente sin hacer muchos aspavientos y cuando estéis en casa un día en la cena, por ejemplo, empieza a leerles el primer capítulo. A partir de ahí, podéis ir leyéndolo juntos por capítulos o, si has conseguido atraer su atención y su interés, es posible que decidan seguir leyéndolo por sí mismos.

    En una conferencia sobre la importancia de los vínculos afectivos a través de los libros, nos contaron una anécdota que se me ha quedado grabada: se trata de la historia de una señora que se casa con un viudo y, al entrar a formar parte de su familia, le regala a la hija de nueve años de su marido toda la colección de Los cinco, de Enid Blyton. Resulta que ella había crecido con esos libros, que habían marcado su infancia y buscaba conectar con esta niña a través de estas lecturas que tanto habían significado para ella. Me parece una historia preciosa y un ejemplo perfecto de cómo los libros pueden unirnos y ser una vía perfecta para estrechar nuestros lazos afectivos.

  5. Habla con ellos de lector a lector

    Aprovecha para mantener conversaciones con ellos de lector a lector y comentar también lo que tú estés leyendo. Si un libro te ha defraudado o te ha parecido aburrido, no tengas miedo de compartirlo con ellos: así entenderá que tiene permiso para dejar un libro a medias si no le gusta, o para sentirse decepcionado si no cumple sus expectativas. 

    Cuéntale si elegiste esa novela simplemente como entretenimiento para desconectar al final del día y entretenerse sin más, o si el libro que tienes entre manos te está cambiando la vida gracias a sus reflexiones. Enséñale que uno escoge leer por muchísimas razones. Si estás leyendo un ensayo o una biografía de un personaje histórico, comparte con él alguna anécdota divertida. Quizás estás leyendo algo para mejorar tus conocimientos en una materia, por trabajo o por pura curiosidad.  

    Siéntete libre de comentarles si sus elecciones no te parecen lecturas interesantes o edificantes, pero no creas que por ello son elecciones menos válidas. La lectura puede responder a muchos tipos de motivación, y es importante que lean lo que les apetezca para descubrir el placer de la lectura. Nunca se sabe qué puerta les abrirá cada libro, ¡y eso incluye también los que nos gustan menos a sus padres! 

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